Las postales, otrora todo un símbolo
de los viajeros, el recuerdo perfecto para amigos y familias. Su
destino perfecto solían ser las puertas de las neveras, murales en
dormitorios o similares. Suelen aparecer monumentos de lejanos
destinos, iconos del lugar que visitamos, imágenes impactantes de
vistas generales,...
La costumbre de escribir a mano notas,
cartas, postales,... se va perdiendo con el paso del tiempo y el
avance de las tecnologías, sin embargo, este mismo hecho le otorga
un toque aún más romántico si cabe. Pese a que hay muchas que
nunca enviaron una postal, el encanto y la magia de este gesto sigue
vivo. La pregunta es, ¿perdurará en el tiempo?
Ventajas e inconvenientes
Las postales nos dejan, a parte de la
imagen que las forma, el espacio perfecto para hacer una breve
descripción, contar algo, pero sin
excedernos ni quedarnos muy cortos. Un mensaje breve pero directo y
conciso, sin olvidar que todo es muchísimo más personal que si
mandamos los recuerdos a través de las redes sociales tipo Facebook
o Twitter.
Además, una vez
recibidas, son perfectas para ir directas al muro del destinatario.
Por tanto, aparte del detalle de enviar un recuerdo, son una buena
forma decorativa.
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