lunes, 21 de junio de 2010

Dubrovnik, perla adriática

La antigua Ragusa, una ciudad que en el siglo XII ya tenía representantes elegidos en procesos que podríamos llamar democráticos. Su importancia fue creciendo a medida que lo hacía su puerto, la importancia del comercio llegó a ser tal que competía codo con codo con la Venecia de la época.

De hecho, esta importancia se ve reflejada en que casi siempre fue una ciudad independiente, una ciudad libre. La República de Ragusa existió hasta la llegada de las tropas napoleónicas, aunque hay un lema que habla bien a las claras de los pilares de la ciudad y sus habitantes: La libertad no se vende ni por todo el oro del mundo.

La ciudad, que tanto sufriría en la guerra de los Balcanes, ha tenido un historia de esplendor, no solo económico, si no culturas, llegando a ser conocida como “la Atenas del Adriático”.

Lo cierto es como destino, realmente merece la pena, más ahora que es realmente fácil conseguir vuelos desde Bilbao a Dubrovnik, así como a otras ciudades croatas. El país dálmata, cada vez más conocido, es uno destino único. Personalmente es uno de esos lugares que te enamoran, del norte al sur, tan próximo y lejano al mismo tiempo. Con su naturaleza ajena a los booms turísticos y locuras urbanísticas, la cultura local, con esa llamativa mezcla eslavo mediterránea.

Este post no puede más que finalizar con una sugerencia, recomendación, opinión o como queramos llamarlo: si te gusta la naturaleza, las playas y disfrutar de los trazos que deja la historia en la arquitectura, visita Croacia. Quizás suene a un anuncio televisivo o de un panfleto, pero pocos destinos tan cercanos nos sorprenderán como lo hace este país que se levanta sobre las mediterráneas orillas del Adriático.

lunes, 14 de junio de 2010

Cracovia, del Dragón y el azufre a las Minas de Sal

Cracovia, una de esas ciudades que todos deberíamos visitar alguna vez. Su casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad, huele a historia y leyendas. La historia de la que fue antigua capital y leyendas medievales sobre dragones.

La leyenda nos cuenta la historia de un dragón que habitaba en la cueva bajo el castillo de Wawel y al que intentaron desterrar numerosos caballeros sin éxito, tuvo que ser la audacia de un zapatero la encargada de tal desahucio. Este pensó que lo mejor, antes que enfrentarse a un ser de grandes dimensiones que además de una poderosa cola, garras y afilados dientes y que además era capaz de calcinarte con su aliento de fuego, era algo más sutil y mucho menos peligroso. Lo que hizo para evitar un acercamiento excesivo al imponente animal fue llenar una oveja de azufre y dársela al dragón. Cuando este llegó al río, bebió agua y de pronto estalló, librando así a los habitantes de este agresivo guardián.

Volviendo del mundo de la fantasía, hay quien dice que la historia de Cracovia es la historia polaca, pasando unas manos a otras hasta conseguir su independencia. Su origen como núcleo importante se dice que data de tiempos del rey Krakus y que de aquí derivaría su nombre. Sin embargo, no es hasta la llegada del cordobés Ibrahim Ibn Ya’qub cuando encontramos los primeros escritos que hacen alusión a ella.

Lo cierto es que a día de hoy la posibilidad de conseguir un hotel en Cracovia o unos vuelos baratos a Cracovia nos abre la posibilidad de pasear por su castillo, contemplar los tejados y cúpulas de la ciudad. Eso sí, si es invierno debemos estar preparados para pasear entre placas de hielo y nieve que nos acompañará en nuestros paseos por el antiguo barrio judío, mientras disfrutamos los incontables edificios históricos que nos encontramos en nuestro camino, la mayoría de ellos de carácter religioso, aunque siempre podemos cobijarnos en el mercado antiguo.

Aunque si para cobijarnos de verdad y sorprendernos aún más no debemos perder la oportunidad de visitar las Minas de Sal. Impresionantes minas con iglesias, altares e infinidad de representaciones en su interior, algunas talladas en roca y otras de sal pura. Estas minas sí que parecen de leyenda o de cuento, sin embargo son de la realidad más palpable.